Gacha y su finca La chihuahua - LOS ENEMIGOS
 

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un poco de la vida del "Mejicano"
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LOS ENEMIGOS

Sus mecanismos de defensa habían sido hipersensibilizados por el enriqueseimiento vertiginoso. Franqueo los limites de la protección y asumió posiciones agresivas. Se calificaba como un guerrero porque “quien no esta con migo esta contra mi” reiteraba con la cita. Rechazaban flaquezas y proclamaba la utilización de la fuerza como medio inobjetable para alcanzar hasta lo que parecía inaccesible. E el poder es para usarlo y nosotros lo tenemos” decía. Sin remitirse a la terminología política pues la desconocía referencia a una línea dura que el. De conformidad con sus palabras personificaba. La intransigencia era su modalidad ya que se que los del bando contrario también son así conmigo duros y resabiados, posición en cuyo trazamiento no excluyo a quienes en alguna ocasión aparte de socios había sido sus amigos. Respecto de ellos como Gilberto Molina, había concebido y aplicaba su particular filosofía en el sentido de que “conociéndome mejor que los demás, poseen sobre mis secretos que me crean bastantes peligros” planteamiento del cual, como de resto, había levantado toda una cartilla de comportamiento. La prevención constituia fundamento del que había convertido en su catecismo. Escrutaba hasta sus fibras mas hondas a todo aquel que se le presentara. Lo analizaba con determinado con, plabras escasa. Se formaba sus propios juicios y en raras ocasiones los lazaba, pues generalmente los guardaba para si, aunándolos como si con ellos estuviera integrado algún arsenal. Se compadecía su conducta con el aspecto huraño, pase a las expocisiones de jubilo que, entonces si, lo desdoblaban al ensañar a un ser que no era el mismo. Acontecía así cuando le hervía la sangre al escuchar cualquiera de lo corridos mejicanos que en rigor lo transformaban. En tales circunstancias, de su condición en extremo introvertido pasa a la de una persona frenética, comunicativa, de espíritu expandió, con manifestaciones de expresa confianza en sus interlocutores como así mismo, por su extensión, en quienes lo rodeaban, fueron sus conocidos o no entonces incurría y no por excepción sino por regla, en la expresión de confidencias dignas de la mejor custodia y de la mas hermatica reserva. Con la misma vehemencia con que se escuchaba o interpretaba la música que lo entusiasmaba hasta el próximo, mantenía en los momentos de calma y reposo, en ejercicio de una ciclotimia bien singular, una actitud hostil de análoga condición cerrera que podía causar susto y provocar miedo. Desde los orígenes de subasto capital, “El Mejicano” demostró su tendencia a esgrimir hasta la ultima de sus detalladas para que los demás comprendieran que jamás pudiera burlarse de el, en el tejemaneje de sus negocios, no obstante subrayar también la personalidad distendida cuando quería no se guardaba las normas y los acuerdos pertenecían al amparo de la inviolabilidad. Construyo el propio marco de su expresión moral, la cual representa que elaboro de a poco su propio código, sin que reconociera los lineamientos de la justicia en su configuración institucional dentro de la sociedad en la que se desenvolvía, soportaba embates y al mismo tiempo los lanzaba, bien fuera para defenderse o para agredir. Para así consideraba que la razón estaba de su parte sin reconocer ninguna instancia superior que emitiera su veredicto para dimitir las dispuestas y los litigios en que incurría, mas no por sistema ni con frecuencia sino por la obligación impuesta por la circunstancia. Su inconformidad natal resulto irreversible, para que ella se cimentara, había plantado la ley personal de ser libre, principio que lo fanatizo contra todo recurso coercitivo que le diera las disposiciones vigentes para todo el conglomerado Sus afirmaciones eran rotundas en el sentid de que eran muchas, muchísimas, las personas que responderían por el en los momentos decisivos en los que la muerte fluctuaran en el ambiente. Fluían sus palabras seguras pase a que en el fondo de su existencia se movían adversarios que, así como el, tampoco abrigaban el trato compasivo ni el propio de la indulgencia. Al estimar la libertad como uno de los preceptos esenciales de la vida, mascullaba con aspecto de todo salvaje las mas fuerte recriminaciones hacia la restricción de cualquiera de sus movimientos normales odiaba hasta la nausea el cautiverio. Pero sus protestas más estridentes iban dirigidas contra el estatuto de extradición que apuntaba sobre su cabeza. Sin medir concilio alguno, comunicados solo por un interés común, congregados aun a distancia por sentimientos análogos, asociados por el mismo voltaje que genera en deseo que lo movía en conjunto, así se encontraba físicamente separado, los furiosos enemigos de José Gonzalo Rodríguez Gacha, coincidían en sonreír. En todo lo contrario: un advenimiento, el del sosiego perdido y entonces recobrado, según los adversarios de “El Mejicano” el que convocaba a la celebración más ruidosa como sucedió. Por sobre la frustración de otros, entre los animosos apositote de José Gonzalo Rodríguez Gacha cuyos brindes se elevaban, reiterados al cielo, como un anticipo, diez días antes de la festividad tradicional.
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